Cuando un ser humano detiene la marcha urgente de esta maquinaria que llamamos vida, observa el manto de estrellas desplegado en el vasto cielo, se mira las manos, ve a los demás seres vivos, y surgen en él las preguntas que nos acompañaron desde siempre:
¿De donde venimos? ¿Hacia donde vamos? ...y sobre todo: ¿Que cuernos hago aquí?
Son cuestiones fundamentales que a la luz de nuestra indiferencia quedan siempre depositadas debajo de una pila de "asuntos mas importantes".
Pero realmente sin habernos encarado con las cuestiones fundamentales que atañen a nuestra existencia ¿Podemos sin mas pretender que nuestra vida tome un rumbo consciente?
Llamamos vida a la carrera por conseguir dinero, prestigio, descendencia, placer, amor, felicidad...
Pero damos por sentado que todo ello viene en un mismo paquete, y que habremos de conseguirlo si nos esforzamos y sacrificamos duramente hasta alcanzar el objetivo.
De hecho, y para sernos sinceros, ni siquiera hemos tomado el debido tiempo en inspeccionar desde todos los ángulos y con absoluta profundidad que es el amor, que es la felicidad, que es la vida o que es la muerte.Por tanto ¿Que es lo que estamos persiguiendo?
Sin saberlo, entonces al carecer de ese conocimiento, podríamos caer en el engaño de tomar gato por liebre, de creer que tenemos amor, cuando cargamos odio, o que somos felices por experimentar un fuerte placer.
¿Pero que sabemos del placer y del dolor? ¿Podemos separar a uno del otro y acabar con el oscuro para quedarnos solo con el favorito? ¿Es esa la felicidad que buscamos? ¿Tiene esa búsqueda sentido?
Esta es nuestra vida.
Llamamos muerte al fin de nuestro cuerpo físico y sus actividades. Y nos aterra porque estamos aferrados a la continuidad de lo conocido.
¿Pero que nos sucede al morir?
Algunos recientes experimentos han dejado abierta a la ciencia la consideración de una continuidad de consciencia una vez acabado el cuerpo físico, coincidiendo al menos potencialmente con algunos de muchos enunciados antiguos de vertientes religiosas y espirituales de oriente que afirman que la muerte es solo un paso.
Es un asunto interesante que sin duda nos atrae cuando es tocado, y quizá merece nuestra reflexión y revisión. Pero no resulta una pregunta mucho más interesante y necesaria la siguiente: "¿Que ocurre si todo lo que soy, si todo lo que forma mi identidad, muere?"
Aunque parece el mismo caso, en éste último nos estamos cuestionando sobre aquello que nos define, y entonces se nos abre otra nueva cuestión ¿Qué nos define?
Si aquello que nos da identidad muere, aún con la continuidad del cuerpo físico, entonces, nosotros, de algún modo podremos experimentar la muerte en carne propia, mientras vivimos en el mundo cotidiano. Podremos saber exactamente que es lo que ocurre al morir.
Morir a lo que somos es nacer al potencial que hay en nosotros.
Si no morimos a nuestro orgullo jamas podremos nacer a nuestra humildad, no importa cuanto nos esforcemos por ello.
¿Si cargamos con egoísmo, como podríamos ser generosos?
Queremos conseguir las virtudes sin desprendernos de nuestros defectos, pero la vida nos demuestra que las cosas no funcionan de ese modo.
Por tanto estamos hablando aquí de una muerte muy específica y especial. La muerte psicológica.
A pesar del temor que nos provoca el cambio, la palabra muerte está ligada a la palabra vida y nacimiento; y viceversa.
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