Y hay personas que tienen (de pronto, o paulativamente durante su vida) un fuerte llamado espiritual. Les pasa aun cuando intenten mantenerse anclados al mundo de todos los días, donde nuestra personalidad conduce el vehículo de carne y hueso para resolver las cuestiones de la subsistencia y la supervivencia, cosas relacionadas con lo instintivo y la protección de nuestra parte material, sin poder librarse de su anhelo de trascendencia.
También están quienes pueden mantenerse en esas tareas sin mayor conflictividad, haciendo y deshaciendo trabajos para la acumulación o gestión de bienes y mejoras físicas. Habitualmente estos últimos no se alcanzan a imaginar como es la vida de los otros mencionados anteriormente. Aquellos tienen esa inquietud que no les da paz, y son personas que no pueden simplemente vivir avocadas en dichas tareas sin sentirse perdidas en un mundo vacuo y sin sentido. Necesitan por ello encontrar o incluso inventarse un sentido en ese transcurrir, y poder conectar con el espíritu en cada cosa que viven, es decir: necesitan encontrarlo dentro suyo, y por ello su día a día es un buscar constante en medio de inconformismos y crisis emocionales recurrentes. Para ellos, el transcurrir en el mundo físico puede ser una cosa de autómatas sin alma ni corazón, sin chispa ni alegría real…aunque tengan, por supuesto, muchos momentos de placer y divertimento, no tener conexión con sus partes más sutiles y sentir que no pueden responder a ese fuerte llamado de las dimensiones superiores les conflictúa fuertemente. Y todo esto les sucede por encima de sus capacidades de decisión. Les ocurre les guste o no les guste, lo quieran o no lo quieran. Es una condición que para colmo se agrava en los tiempos que transcurren estos últimos años, en que los vectores energéticos que atravesamos como humanidad en este punto histórico, ejercen una influencia y predisposición para esto cada vez mayor.
Pero a su vez, esta gente tiene que seguir andando en el mundo físico, con su
día a día…Hay que entender que, si bien esas personas pueden parecer demasiado
descarriadas de los cánones de cordura establecidos para una vida de eficiencia
y resolución en la gestión material humana, no por ello debemos condenarles o
presionarles a fin de que dejen de percibir, o sentir como sienten. Por supuesto lo más cómodo, fácil y directo es considerarles locos, internarlos o medicarlos. Pero estamos seguros que todos los demás no podamos estar peor incluso que aquellos?
Ellos se
esfuerzan por resolver y por responder a todos los desafíos del diario vivir, y
lo hacen con la mejor intención de no desatender ninguna de sus
responsabilidades, pero simplemente están tironeados por este otro mundo de
posibilidades que le exige desde un profundo sentir que su vida no sea solo el desenvolvimiento dentro de los
códigos del mundo cotidiano. La realidad es que esta separación entre mundo
sutil y mundo denso, es en parte ilusoria, porque todo es parte del mismo
movimiento de la vida. Pero puede ser muy confuso para ellos hacer encajar todo
dentro de sus rutinas diarias.
Por ejemplo, procesar la sexualidad dentro de la
vida espiritual de uno, es un asunto nada menor, que como puede verse en todas
las religiones y escuelas esotéricas del mundo, conlleva una importancia
suprema. La relación de conflicto con el mundo instintivo familiar y por otro lado la necesidad de explorar el
esotérico profundo, pueden llevarles a un punto de ruptura con sus relaciones
amorosas, volviendo tortuoso lo que en otros casos se consideraba agradable.
Esto desde ya ocasiona la condena o la preocupación de su círculo familiar, que en muchos casos se circunscribe en un esquema de conceptos del constructo social dominante.
Si comprendemos lo que viven estas personas, entonces sabremos entenderlas
mejor, emitir juicios más justos, basados en el entendimiento de que tienen estas
necesidades y problemáticas atravesadas…
El sexo en el trabajo espiritual es un modo de congeniar las fuerzas más densas
de nuestra parte instintiva, (tan densa que es capaz de cristalizar otro cuerpo
sólido, de carne y hueso en el mundo de la tercera dimensión). Dentro de la
aspiración espiritual, el sexo puede tomar la dirección de recoger esa
energía, purificarla, sutilizarla, alivianarla, llevándola a instancias
superiores de conexión. Es muy importante para estas personas poner la sexualidad
también al servicio de ese llamado espiritual tan fuerte y determinante que hay
en sus vidas, para usar esta pulsión instintiva a favor de su vocación de
ascensión o conexión superior.
La unión sexual entre un hombre y una mujer es un punto de invocación divina, es una puerta a la senda de regreso al paraíso y cuando uno de los dos quiere recorrer ese camino no es recomendable que pretenda forzar al otro, ni mucho menos amenazarlo con cambiarlo por una pareja nueva si no se adapta a las nuevas aspiraciones. Describo situaciones que suelen suceder habitualmente, cosas vistas entre los diferentes compañeros de la escuelita de la vida, cuando llegamos a estos estudios.
Y estos desencuentros, que suelen darse en un entorno de ansia y urgencia por resolver la propia necesidad de alcanzar un estadio diferente, no pueden ser llevado a los tumbos y pasando por encima sobre el cariño y el respeto hacia el otro ser al que decidimos unirnos tiempo atrás. Tanto de un lado como del otro, el respeto, la paciencia y el amor deben primar, acompañándose mutuamente en el proceso vivido para alcanzar juntos un punto de encuentro en este nuevo horizonte divisado. Es posible casi SIEMPRE encontrar un punto de equilibrio, un centro de balance entre las aspiraciones del uno y las del otro, basados en las afinidades que fueron incentivo de unión en su día y pueden ser el de resguardo de la relación en estos momentos de crisis.
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